Mi almohada
Escucho la misma canción repetidas veces, puede que sea el
cansancio el que impide ponerme en pie y parar con la agonía del reproductor.
Giro sobre mi eje, como la Tierra mientras espera que pasen
las horas, para llegar del día a la noche.
Me despierto de mi ensueño, y quito con mis manos las
idealizaciones que se agrupan sobre tu imagen de valiente leñador. Abro las
manos y las sacudo, no vaya a ser que alguna infame idea, se cuele entre mis
dedos y llegue a mi mente mientras cruzo las manos al dormir. En las noches es
cuando avanza la metástasis e infecta mi cabeza.
El corazón siempre es la victima perfecta para esos
espejismos que crea mi mente, por ello lo guardo bajo la almohada, para tenerlo
cerquita de mí. A veces lo olvido, sobre todo cuando voy tarde al trabajo. Esos
días sin corazón son los más monótonos que tengo. Me río de complaciente, no
vaya a quedar de amargada.
Por la tarde vuelvo en piloto automático, no sé bien cómo
llegué a la puerta de la casa, ni como subí los escalones a mi pieza, sólo
deseo volver a sentir mi corazón en su lugar… Pero nuevamente esas artimañas
desean ir por él. Entonces sacudo la cabeza y las saco de cuajo.
Greños.-
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